domingo, 10 de mayo de 2015

LA CULTURA SE EMPAPA DE PAZ

“Si no se habla, si no se escribe y no se cuenta, se olvida y poco a poco se va tapando bajo el miedo. La gente que vio el muerto se va olvidando y tiene miedo de hablar, así que llevamos un oscurantismo de años en el que nadie habla de eso […] como nadie habla de lo que paso, nada ha pasado, entonces bien, si nada ha pasado pues sigamos viviendo como si nada”. Este pequeño testimonio de un habitante del valle del cauca, que introduce el primer capítulo de “Basta Ya”, pone en evidencia que el largo periodo de guerra en nuestro país, hace parte de la consolidación de una cultura opacada por muchos años de violencia.

El colombiano durante mucho tiempo ha adoptado una actitud de sumisión y ceguedad ante tanta violencia, nos hemos vuelto personas de memoria corta, los hechos suceden y no cobran la importancia pertinente, lo que acabo de mencionar es un aspecto relevante en la cultura del país. La paz es vista por muchos como la luz al final del túnel, una solución posible a todo este mar de guerra y conflicto.

La cultura ha tenido que pintar una mancha negra en su historia, los colombianos se han visto obligados a crecer en medio de un país sin identidad clara, en la cual es inevitable omitir la parte del discurso, en donde es evidente que hay una cantidad innumerable de colombianos, a los que la guerra les dio una vuelta radical en sus vidas, y la cual les ha formado una determinada cultura. Aquí es donde la paz entra a protagonizar la conversación nacional, porque eso es lo que tiene que pasar, Colombia exige de una manera aclamante que se hable de paz inmediatamente, no se puede permitir de ninguna manera que el conflicto siga siendo parte de la cultura de nuestro país, todo lo contrario, el proceso de paz es la oportunidad para construir una identidad manchada de calma y tranquilidad.

Para establecer una relación más concisa entre cultura y paz en Colombia, me remito a un fragmento el cual manifiesta el punto hasta el que ha llegado el conflicto armado, “ya es un drama extremo perder la libertad, pero en el secuestro hay otros elementos adicionales: no hay el más mínimo respeto por la dignidad del ser humano, vivimos como animales, encadenados, con una dieta pobre no solo en alimentos nutritivos sino en el tamaño de las raciones, muchas veces nos acostamos con hambre, dormimos en el piso por años, sin poder limpiarnos, enfermos, sin saber a qué horas lo van a matar a uno, sin saber qué es lo que está pasando con la familia”. Esto expone la falta total de cultura en una sociedad en conflicto, llegar al punto en el cual el ser humano sea tratado como lo más mínimo sin respetar sus derechos como persona es degradante, si la paz interviniera todo sería diferente, se dejaran de presentar tantas situaciones de barbarie y sevicia, y se verá reflejado el crecimiento de una sociedad basada en valores y principios, que permitan fortalecer el proceso de construcción de una cultura, reconocida positivamente por el resto del mundo.


El proceso de paz tiene que contar con el reconocimiento absoluto de todas las víctimas, eso se implementa, incorporando de nuevo a la educación  a la población joven reclutada por la guerrilla, iniciar un proceso de reconstrucción en los núcleos de familias afectadas, produciendo más oportunidades de empleo, reconociendo el gran número de muertes crueles e injustas, y promover la continuidad de costumbres y el sentido de pertenencia por el territorio, todo esto entrara a fortalecer favorablemente la anhelada identidad y cultura colombiana. 

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